¿USA DIOS LA ENFERMEDAD?

Te invito a que prestes atención al tema de la enfermedad. No la podemos evitar; nos visitará a cada uno, uno por uno.

1. Predominio universal

La enfermedad es universal y está en todos lados. Hombres, mujeres y niños se enferman y mueren.

La enfermedad se encuentra entre todas las clases y tiene todas las descripciones.

¿Por qué la enfermedad es universal? La única explicación satisfactoria es la que la Biblia da. Algo ha entrado al mundo que ha despojado al hombre de sus privilegios originales, en una palabra: pecado.

“…el pecado entró en el mundo…, y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12). El pecado es la causa de toda enfermedad, padecimiento, dolor y sufrimiento que prevalecen en la tierra (Génesis 3:17-19).

2. Beneficios generales

¿Puede ser buena la enfermedad?  Les hago la pregunta a todos aquellos a los que les resulta difícil reconciliar el predominio de la enfermedad y el dolor con el amor de Dios, para señalar lo que está pasando en el mundo y  a su alrededor. Observen hasta qué punto los hombres se someten constantemente a la pérdida presente por el beneficio futuro, Como empezar un negocio. A la tristeza presente, por la alegría futura, al disciplinar a un niño. Al dolor presente por la salud futura, como hacer ejercicio extenuante. La semilla se tira al suelo y se pudre, pero sembramos con la esperanza de una cosecha futura ( Juan 12.24).

Ahora, apliquen este gran principio al gobierno de Dios en el mundo. Entiendan que Dios permite el dolor, la enfermedad y el padecimiento, no porque a Él le guste molestar al hombre, sino porque desea beneficiar su corazón, mente, conciencia y alma por toda la eternidad. Con la enfermedad Dios comprueba los estragos del pecado y del diablo en las almas de los hombres.

¿Cuáles son las formas en las que Dios usa la enfermedad para el bien de la humanidad?

1) La enfermedad ayuda a que los hombres recuerden la muerte. La mayoría de los hombres viven como si nunca fueran a morir. La enfermedad les recuerda que tienen que morir además de vivir (Hebreos 9:27; Romanos 6:23).

2) La enfermedad ayuda a que los hombres piensen en serio en Dios, en sus almas y en el mundo venidero. Una enfermedad grave tiene el sorprendente poder de llevar estos pensamientos ante los ojos del alma del hombre (Marcos 8:36).

3) La enfermedad ayuda a suavizar los corazones de los hombres y a enseñarles sabiduría. El corazón natural es tan duro como una piedra. No puede ver la felicidad mas que en este mundo. Una larga enfermedad expone el vacío de lo que el mundo llama cosas “buenas” y nos  enseña a sostenerlas con mano desprendida (1 Juan 2:15-17).

4) La enfermedad sirve para derribarnos y humillarnos. Todos somos orgullosos y altivos por naturaleza. Un lecho de enfermedad es un poderoso domador de tales pensamientos. Nos impone la poderosa verdad de que todos somos criaturas moribundas que pronto estaremos, uno al lado del otro, ante Dios en el día del juicio. Con toda certeza, cualquier cosa que enseñe esa lección es buena (Santiago 4:10).

5) Por último, la enfermedad sirve para probar la profesión de fe de los hombres para ver si es verdadera o falsa. La enfermedad a veces es muy útil para el hombre para exponer su falta de un nuevo corazón (Juan 3:3).  Con toda seguridad, cualquier cosa que nos haga encontrar el verdadero carácter de nuestra fe es buena (2 Corintios 13:5).

Si la enfermedad en un mundo malvado puede ayudar a que los hombres piensen en Dios y en sus almas, entonces la enfermedad confiere beneficios a la humanidad. No tenemos derecho a murmurar en la enfermedad; más bien le debemos dar gracias a Dios por ella. Es un testimonio del poder y gobierno de Dios.      

Mientras tengamos un mundo en el que haya pecado, es una misericordia que sea un mundo donde haya enfermedad.

3. Deberes especiales que la enfermedad exige

Ahora nos preguntamos, en un mundo de enfermedad y muerte, ¿qué debemos hacer? La enfermedad demanda que vivamos constantemente preparados para encontrarnos con Dios. La enfermedad es un recordatorio de la muerte. La muerte es la puerta por la cual todos debemos pasar al juicio. El juicio es el momento en que por fin debemos ver a Dios cara a cara. La primera lección que cada uno debe aprender en un mundo enfermo y moribundo es prepararse para encontrarse con su Dios (Juan1:12).

¿Cuándo estás preparado para encontrarte con Dios? ¡Nunca, hasta que tus iniquidades sean perdonadas y cubierto tu pecado!  Solo la sangre de Jesucristo puede limpiar esos pecados (1 Juan 5:7).

Solo la justicia  de Cristo te puede hacer aceptable a los ojos de Dios. Solo la fe, la fe sencilla como la de un niño, te puede dar una parte en Cristo y Sus beneficios (Romanos 5:8; Efesios 2:8-9).

La enfermedad demanda que vivamos constantemente listos para soportarla pacientemente. La enfermedad es, sin duda, algo difícil para la carne y sangre. Para soportar la enfermedad pacientemente debemos almacenar un cúmulo de gracia en el tiempo de salud (Romanos 5:3).

Una vez más, la enfermedad nos llama a estar constantemente listos para conmovernos y ayudar a nuestros semejantes. Dondequiera que haya enfermedad, hay un llamado al deber. Un poco de ayuda oportuna en algunos casos, una visita amable en otros, una consulta amistosa, una mera expresión de solidaridad pueden hacer un gran bien. Ayúdalos si necesitan ayuda. Muéstrales tu apoyo. Trata de aligerar sus cargas. Finalmente Dios puede usar esto para llevar a los hombres a Cristo  (Gálatas 6:2; Efesios 4:32; Hechos 10:38).

4. ¿Qué harás cuando te enfermes?

El tiempo llegará cuando tú, al igual que los demás, debas enfermar y morir. No descanses hasta que puedas dar una respuesta satisfactoria. No confíes en un arrepentimiento en el lecho de muerte. Un ladrón moribundo fue salvado para que los hombres no se desesperen, pero solo uno para que nadie se confíe.

 Si no estás preparado para encontrarte con Dios, familiarízate con el Señor Jesucristo sin demora. De todos los riesgos en el mundo, no hay ninguno tan insensato como el del hombre que vive sin estar preparado para encontrarse con Dios. Corre hacia Cristo y sé salvo; arrepiéntete y conviértete a El al dejarlo entrar a tu corazón.

Después, exhorto a todos los verdaderos cristianos a glorificar a Dios en el tiempo de enfermedad. Puedes honrar a Dios tanto con el sufrimiento paciente como con el trabajo activo. Recuerda que precisamente la prueba que sientes tan intensamente es enviada con amor y no con ira (1 Corintios 10:31).

Recuerda la compasión de Jesús para con todos Sus miembros débiles. La enfermedad y el sufrimiento hacen que los creyentes sean más como su Señor que en la vivencia y en la salud (Marcos 6:34).

Por último, aferrémonos a Cristo de una manera más estrecha, amémoslo más de todo corazón, vivamos para Él más plenamente, copiémoslo con mayor exactitud, confesémoslo con más valentía, sigámoslo más plenamente. Esto nos traerá paz en la enfermedad. Y en el mundo venidero nos dará “una corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:4).

Autor: J.C. Ryle (1816-1900)

(Este tratado se extrae del sermón inglés “Sickness”, Enfermedad.)

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