Una Conversación Amena con Grandes Predicadores
Ps. Miguel Angel DeMarco
Mientras daba un paseo frente a mi biblioteca súbitamente tuve la idea de pedir consejo a los maestros de la predicación sobre cómo ser un mejor expositor de la Palabra de Dios. Ellos estaban allí: Listos y ansiosos para hablar. ¡Que privilegio el de poder sentarme a los pies de "los grandes clásicos" y escucharlos hablar sólo para mí!
«El tener como meta ser popular puede ser fatal para el mejor desarrollo del predicador» - me dijo Felipe Brooks.
«Los más débiles de la congregación son los que se hacen escuchar por medio de sus clamorosos aplausos; y aplauden para que tú los complazcas... Sé lo mejor de ti para el bien de la gente: ésa es la verdadera ley de la devoción del ministro» -agregó.
«Deja que tu propia personalidad, con sus propios puntos de vista y sus características particulares, tenga una natural libertad de acción» -acotó Santiago Balck - «Las creencias prestadas no tienen poder».
«La predicación... es una transacción entre el predicador y el oyente»- agregó el Dr. D. Martyn Lloyd-Jones. «Hace algo por el alma del hombre, por la persona completa, por el hombre entero: trata con él en una forma vital y radical... ¿Cuál es el objetivo de la predicación? Es darle a los hombres y mujeres un sentido de Dios y su presencia.»
Tan profundo, tan bueno. Pero, desde los estantes, otros pedían su turno para hablar. -Sí, Dr. Juan Enrique Jowett. ¿Decía usted.?
«Si perdemos el sentido de lo maravilloso de nuestra comisión, nos convertiremos en comunes comerciantes de mercado, parloteando sobre vulgares mercancías... Este sentido de una gran sorpresa personal en la gloria de nuestra vocación, mientras nos mantiene humildes, puede hacernos grandes. Nos salvará de ser pequeños oficiales de empresas transitorias. Nos hará realmente grandes y por eso nos cuidará de que pasemos nuestros días en pequeñeces».
Buen consejo, Dr. Jowett. Observo que uno de sus antecesores tiene algo para compartimos.
Escuché al Dr. Morgan. «Creo que estamos cometiendo grandes errores en la mayor parte de nuestro pensamiento y entrenamiento cuando imaginamos que cada ministro cristiano tiene que ser un poco profeta, un poco evangelista, un poco pastor y maestro. Hoy, en la iglesia cristiana, esos dones son completamente distintos, pero la predicación es la vocación de todos ellos... La suprema tarea del ministro cristiano es la de la predicación».
Gracias, Dr. Margan. pero antes de volver a su lugar, ¿puede darme su definición de lo que es la predicación-?
«Es la declaración de la gracia de Dios a la necesidad humana sobre la autoridad del Trono de Dios y demanda, de los que oyen, que muestren obediencia a lo que se declara».
Me encontraba en ese momento como moderador en una "mesa redonda" entre ilustres personajes. Pensé dentro de mí: "Cuantos tienen el privilegio de escuchar el consejo de estos hombres y los mantienen por años con la boca cerrada." En ese momento, noté al "padre" de la homilética americana ansioso por decir lo suyo.
Dr. Juan A. Broodus dijo: «Después de toda nuestra preparación general y especial para la conducción de la adoración pública y para predicar, nuestra dependencia para tener éxito debe estar en el Espíritu de Dios. Y cuando uno predica el evangelio, confiando en la bendición de Dios, nunca se predica en vano.»
«Tampoco debemos olvidar el poder del carácter y de la vida que refuerzan el discurso. Lo que es un predicador, determina lo que dice. Hay un proverbio medieval que dice, "Si la vida de un hombre relampaguea, sus palabras son truenos.»
A esto, el Dr. AJ. Gossip agregó: «Si no quieres vagar entre la hipocresía inconsciente o entre grandes palabras con poco significado (que siempre son peligrosas), vive muy cerca de Jesucristo.»
«El círculo de problemas en la congregación es increíble. Ellos vienen a la iglesia buscando que les ayudes, esperanzados en que una palabra tuya les dé ánimo.»
-Perdón, caballeros -dije,- pero nuestro tiempo se está terminando.
¡Oh, lo siento mucho, Sr. Spurgeon!, pero no me di cuenta que quería decir algo al respecto. Tenga usted las últimas palabras-,
«Creemos en eso de esperar, llorar y agonizar; creemos en que la falta de éxito nos prepara para una gran y elevada tarea, para la cual no seremos adecuados si la angustia no ha agudizado nuestras almas.
«Agradezco a Dios de que puedo decir esto; no hay miembro en mi iglesia, ni oficial de la iglesia, ni hombre en el mundo, de quien esté temeroso de decirle de frente lo que diría a sus espaldas. Bajo Dios, mantengo a mi iglesia de la ausencia total de "policía" y con el hábito de decir siempre lo que pienso. El plan de hacer las cosas agradables es tan peligroso como perverso.
«Predico, me atrevo a decirlo, porque no puedo vivir de otro modo, no puedo refrenarme, un fuego quema mis huesos y me consumiría si yo quisiera mi paz.
«Predica el evangelio decidida y firmemente, no importa lo que la gente diga de ti, y Dios estará contigo.»
Ya había llegado el momento de mi próxima actividad y debía marcharme.
Debía dirigir un estudio bíblico hogareño,
«¡Buenas noches, maestros!»,
Casi que imaginé la sonrisa paternal de todos ellos como diciendo: “Anda y haz buen trabajo. El Señor esperó eso de nosotros y ahora lo espera de ti”.
Ps. Miguel Angel DeMarco, fue el primer editor de Apuntes Pastorales, y la persona clave en su desarrollo. Fue uno de los pastores de la iglesia Cristiana de Olivos y del anexo en Boulogne. Después sirvió con Latin American Mission hasta que el Señor lo llevó a la gloria.
Apuntes Pastorales, 1987, Usado con permiso de Desarrollo Cristiano Intl.
Foto por Dollar Gil -qlP7MgTFwpk- en unsplash, usado con permiso.