¿Podría el libro de Ezequiel ser una clave para entender lo que está pasando hoy?

Ezequiel arranca con un mensaje confuso para la mayoría de personas. Algunos hasta han alegado que él usaba drogas. Sin embargo, tal vez es un libro que habla claramente a nuestra situación.

La presencia y la ausencia de la gloria de Dios es un tema central en Ezequiel. La imagen en capitulo 1, la gloria de Dios es majestuosa, poderosa y soberana. Una imagen de seres vivientes, el león — el rey de la selva ,con fuerza majestuosa. El buey — fuerte, paciente y laborioso, que trabaja hasta cumplir con su labor. El águila  — visión clara y poderosa desde arriba, viendo todo lo que pasa abajo.  Las ruedas — que tal vez representan la Providencia de Dios en todo lugar donde Él esta obrando. Dios es soberano, eficaz y está obrando en todo lugar… pero Su pueblo, tiene un problema serio que Él ve claramente.

Un punto clave para nosotros es observar la armonía perfecta entre el Espíritu, los seres vivientes y las ruedas y el mensaje en Ezequiel. De esto debemos aprender tres lecciones profundas y sagradas acerca de la vida: 1. Dios en ningún momento, ha perdido su soberanía aquí en la tierra. 2. El juicio comienza con el pueblo de Dios, porque Dios es Santo y castiga también en esta vida los pecados de Su pueblo, aunque en apariencia sean muy «religiosos». 3. Dios ha hablado claramente acerca de lo que le agrada. 

Cuando Ezequiel escribió el libro, él se encontraba en exilio con muchos del pueblo de Israel, sufriendo en una tierra alejada, lejana del «templo», el supuesto lugar donde «la gloria de Dios» debería estar y donde su pueblo debería reunirse.  Casi todas las plagas prometidas en Deuteronomio 28 los habían alcanzado. Mucho sufrimiento, fracaso y dolor. Y Ezequiel daba el mensaje de Dios… iba a haber aún mas dolor.  

Los profetas falsos prometían que todo iba a cambiar con el fracaso de los enemigos del pueblo de Dios.

Sin embargo, los enemigos, paso a paso iban haciendo mas daño y causando mas dolor y sufrimiento al «pueblo de Dios». 

Ezequiel proclamaba que iba a ser aun peor, Dios estaba en control, pero «su pueblo» seguía pecando. 

Tampoco Dios había sido vencido por los ejércitos poderosos de Asiría o Babilonia y por eso Jerusalén y el templo habían sido destruidos. No, Dios ya había abandonado el templo porque no era mas que un cascarón vacío donde el culto que celebraban allí, era una abominación para Él.  Su pueblo había sido contaminado por sus propias imaginaciones e iban al templo buscando la bendición de Dios sobre sus vidas en medio de sus malos caminos. 

El mensaje claro del libro, es que Dios va a purificar a Su pueblo... iba a hacer lo necesario para limpiar de sus corazones las ideas, objetos y pecados en lo cual tenían confianza...dioses falsos. Implicaba aun la destrucción del templo de Salomón que era espectacular y de Su agrado en un momento, pero ya daba confianza falsa a las personas por pensar que por ir allí, les hacia aceptables a Dios... un substituto de El. 

Los días iban a llegar a ser aún mas terribles, «purificación por fuego». Al que se resista le iba a ir aún peor. Dolor, pérdida, sufrimiento eran necesario para ayudarles a entender que Dios les llamó a una salvación que implicaba un cambio de vida. Las personas, que tienen otros «amores» en sus vidas, el fuego de la prueba quemará y tratará de purificar sus vidas, pero al no encontrar cambio—arrepentimiento— sufrirán perdida,  incluso hasta la muerte. 

Los pocos que verdaderamente amaban a Dios, obedeciendo sus mandatos, iban a encontrar nueva misericordia cada mañana, pero en medio de lamentación por el sufrimiento al derredor de ellos. (Lam. 3:22-60).  Ni ellos, ni nosotros hoy podemos escapar del dolor de ver a nuestra gente derrotada por la maldad, las injusticias, la violencia causada por el pecado de ellos y de otros. 

Aunque el profeta lamentaba la pérdida presente, el soñaba con un futuro glorioso cuando al fin el pueblo se arrepintiera de los pecados que lo llevaron a la destrucción de todo lo que era importante para ellos. Ser religiosos no era suficiente ni agradable a Dios. Dios requería y demandaba que sus corazones fueran puros y devotos a Él, resultando en obras que le eran agradables, como ser compasivos y justos para con otros. 

En el primer capítulo, encontramos a Ezequiel recibiendo una visión de Dios en toda Su gloria, moviéndose con acción y juicio. La visión proyecta a Dios como un guerrero divino en su carroza, llegando para juzgar a Su pueblo como también a las naciones. ¿No vemos esta misma visión en Apocalipsis? 

En la próxima sección 2:1-3:15, la llamada de Dios a Ezequiel, donde el Espíritu le anuncia que «la casa de Israel» era un pueblo obstinado, terco y rebelde. Ellos no iban a escuchar a Ezequiel, sin embargo con fidelidad, él tenia que profetizar «habla a ellos con mis palabras». Para Ezequiel era duro «en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mi». 

Y Ezequiel era amonestado que él tenia que ser tan obstinado como ellos en declarar el mensaje de Dios porque él iba a ser el atalaya de Dios. Sin embargo sólo debería hablar cuando Dios le había hablado. Él tenia que escuchar y repetir al pueblo lo que Dios le había dicho, nada más ni nada menos. El era responsable delante de Dios de dar, tal cual, el mensaje de Dios, no era responsable de como el pueblo respondería, ellos serían responsables de cómo respondieron. (3:16-27). 

«Pobre Ezequiel»  tuvo que decir claramente al pueblo que las cosas iban a ir de mal en peor. (Ez. 4-24).  La situación que ya era gris, iba a llegar a ser negra oscura. La gloria de Dios iba completamente a abandonar el templo y a Jerusalén y en apariencia, aun a Su pueblo. 

Solo después de anunciar todo lo doloroso que tenia que pasar el «pueblo de Dios», comienza a darles algo de esperanza con siete mensajes en contra de las naciones y personas que participaron y se gozaron en el mal que le ocurrió al «pueblo de Dios» (Ez. 25-32). Claramente la promesa de Dios a Abraham va a cumplirse: «y a los que te maldijeren maldeciré». Los que se gozaron y/o participaron en causar el sufrimiento iban a pagar por sus males. 

No porque Dios iba a castigar a los malos, significaba que había abandonado la disciplina a los Suyos, había trabajo todavía para completar en el corazón del pueblo. (Ez 33-48). La noticia llega, Jerusalén ha caído. El atalaya de Jehová tiene aún más «malas profecías» para proclamar y para amonestar al pueblo de parte de Dios. (33:1-9)   El camino de Dios es justo, y tiene demandas para ser cumplidos, pero desea salvar sus vidas... «Diles: Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.  Volveos, volveos de vuestros caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?»  

Siga en Ez.33:15-16, « Si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá ciertamente.  Vivirá ciertamente el que hace derecho y la justicia según Dios ha declarado». 

Al fin en Ez. 34-37 hay una lucecita en la obscuridad, promesas de esperanza, habrá un nuevo Pastor con un pacto renovado donde Su pueblo vivirá en paz. 

Sin embargo todavía hay nubes obscuras con guerras y rumores de guerras porque Dios aún va a aplastar a los enemigos de Su pueblo (Ez.38-39). 

Literalmente, solo al fin del libro, (Ez 40-48) Dios con imágenes gráficas, revela una nueva realidad, un nuevo templo, una reorganización del pueblo y Su victoria sobre el mal. El mensaje es claro, Dios purificará a Su pueblo a un nuevo nivel de santidad, solo así puede morar con bendición en medio de ellos. Los que han respondido a Su mensaje disfrutarán de una comunión, en la presencia de Dios. Los que han seguido sus propios caminos estarán marginados o muertos. 

Al fin, un río que fluye, da vida y sana, cambiando lo muerto a vida espléndida, donde árboles dan fruto todo el año y hasta convierte el Mar Muerto en un lugar lleno de peces. Vida fluye en todo lugar donde las aguas del templo santo de Dios llegan. 

Tardó 47 capítulos de explicación a las personas en el tiempo de Ezequiel que la bendición de Dios no es una cosa mágica, solo por ir a los cultos, por adorar y escuchar las declaraciones «positivas» que eran falsas. 

¿No será que es el tiempo de ser atalaya de Dios, esperando en silencio delante de Él, hasta que nos dé Su mensaje para este tiempo tan lleno de maldad, destrucción y muerte? Tal vez mañana no será mejor hasta que «el pueblo de Dios» se arrepienta de muchos de sus pecados. “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” 1 Cor. 11.31–32

Hoy tenemos toda una Biblia que nos habla de cómo debemos vivir para disfrutar de Su salvación. ¿No debemos estudiar, examinar nuestras vidas con el mensaje sagrado.? 

Al leer los mensajes a las 7 iglesias de Apocalipsis  en capítulos 2 y 3, ¿no encontramos un mensaje parecido de advertencia? Tal vez Dios no está tan preocupado con nuestros «cultos», alabanzas, reuniones y planes. Él ha dejado que las puertas de nuestras iglesias sean cerradas o que solo cantidades reducidas de personas puedan asistir. Ha sido demostrado que los profetas que profetizaron que el corona virus no iba a llegar a nuestros países, son falsos. En algunas de las iglesias han tenido pérdidas de vidas, aun de sus pastores. 

¿Al comparar los mensajes a las 7 iglesias (Ap 2-3), con mi vida o con mi iglesia, encontraremos cambios que deben ser hechos? En las cartas a las 7 iglesias, cada iglesia fue tratada individualmente, con un examen de lo bueno y lo malo....  En la misma forma hoy, tenemos muchas realidades diferentes, necesitamos escuchar con cuidado en donde Dios esta molesto con Sus hijos en nuestra situación. Apocalipsis pinta un cuadro claro... el supuesto creyente puede estar en la iglesia con practicas que Dios aborrece.... y no les va a ir bien. Hay poco tiempo para arrepentirse.

Apocalipsis, el último libro de la Biblia termina con un mensaje triunfal.  «El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.» 

Gracia y paz de un pecador arrepentido. Randall Wittig

Foto por Dennis Jarvis, usado con permiso. DSC00132 - Jeremiah and Ezekiel

Previous
Previous

Humor 2

Next
Next

¿Qué le dice la parábola del Sembrador al evangelizador desanimado?