Pensar y Meditar
UNA BONITA HISTORIA
Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: “¿Qué te pareció el viaje.?” ¡Muy bonito papá.!
¿Viste que tan pobre puede ser la gente? ¡Si!!!
¿Y que aprendiste?
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos una lámpara importada en el patrio, ellos tienen las estrellas. El patio de nuestra casa llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo… y su hijo agregó: Gracias Papá, por enseñarme los ricos que podemos llegar a ser en esta vida hay cosas tan importantes y valiosas que no siempre las vemos como tales una amistad, un paisaje, un beso y una sonrisa.
Autor desconocido
UN PAR DE ZAPATOS
Era un frío día de invierno. Un niño de 10 años estaba descalzo, parado en el camino frente a una tienda de zapatos, apunando a través de la ventana y temblando de frío. Un hombre que salía de la tienda se acercó al niño y le dijo: “Mi pequeño amigo, que estás mirando con tanto interés en esa ventana.?” El niño le respondió, ”Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”, fue la respuesta del niño.
El hombre lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el niño.
El hombre preguntó al tendero si podría darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado rápidamente le trajo lo que pidió. El hombre se llevó al niño a la parte trasera de la tienda se quitó lo guantes y le lavó los pies al niño, y se los secó con la toalla.
Para entonces el empleado llegó con los calcetines. El hombre le puso un par de los calcetines al niño y le compró un par de zapatos.
Junto al resto de pares de calcetines y se los dio al niño.
Él acarició al niño en la cabeza y le dijo: “¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!”
Mientras el hombre daba la vuelta para irse el niño lo alcanzó de la mano y mirándolo con lágrimas en los ojos, le preguntó: ¿Es usted Jesús?
Luis Gómez
Foto de Erik Aquino, usado con permiso Unsplash